Desde que se puso en marcha el primer automóvil de la historia, el vehículo se ha considerado siempre como algo más que una mera elección del medio de transporte: habla del estatus social, gusto y estilo del propietario. Y cuando hablamos de estas tres cosas, sin tener en cuenta el precio, el primer nombre que nos podría venir a la cabeza es Lamborghini.
¿Cómo se convierte un vehículo en una obra de arte?
La renombrada marca de fabricación italiana cumple este año su 50 aniversario y no ha escatimado en celebraciones, entre las que destacan el Gran Giro, donde 350 de sus mejores vehículos recorrieron 1200 kilómetros por Italia en 4 días o la presentación del escandalosamente caro y altamente contaminante Lamborghini Egoist.
Son innumerables las personas que acudieron a ver la caravana desde diversas partes del mundo y es que, para muchos, un Lamborghini es considerado toda una obra de arte. Y si no, que se lo pregunten a Richard Moriarty, un californiano que ha colgado “literalmente” su Lamborghini Countach del 74 en la pared de su casa en la costa de Newport.
Esta idea, probablemente copiada del museo Lamborghini de Sant’Agata Bolognese, aunque en esta ocasión el coche que cuelga es un Murciélago, se puso en marcha para el disfrute de los visitantes, quienes no dejan que pase desapercibido el punto humorístico de la situación.
Reciclaje de coches en salones
Lo cierto es que la idea del señor Moriarty no fue repentina: cuando construyó la casa ya había preparado la claraboya por la que introduciría el vehículo en el edificio. Reciclarlo en pieza de salón es, sin duda, una original manera de darle una segunda vida útil un automóvil que por otro lado empezaba ya a darle problemas.
El cableado del vehículo se ha conectado al edificio y sus luces interiores se pueden encender por lo que también podríamos considerarlo una lámpara estrambóticamente cara. Sea como fuere, el caso es que el Countach se ha salvado de acabar en un desguace de lujo.
Con el motor de alta potencia de esta pieza han elaborado una mesa de café que, según palabras del propio Richard (parafraseando a James Bond) será ideal para “aquellos invitados que prefieren sus bebidas agitadas, no removidas”.
Debe intimidar ver un coche de esas proporciones “trepar” por tu pared, pero está claro que el valor de la casa de Moriarty ha vuelto a ascender, pese a los escasos 60.000 dólares que le costó el Countach cuando lo adquirió en el 96.
Lamboghini sigue siendo una marca asociada al lujo y al esplendor; su modelo Veneno (del que sólo se fabricaron 3 unidades) continúa siendo el más caro del mundo, así que, pieza de museo o de garaje, podemos reescribir el refrán y decir que “quien tiene un Lamborghini tiene un tesoro”.
¿Te gustaría “reciclar” tu vehículo de algún modo así de original? ¿Hay una pieza que guardes con cariño de tu primer coche? ¡Déjanos tus comentarios!